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jueves, 11 de diciembre de 2008

Colaboración vs. “trabajo en equipo”

Hace unos días, participe en una reunión donde salió a discusión el tema de investigación colaborativa (collaborative research), sus limitaciones y potencialidades. Ya en previas entradas de Meta:reflex discutimos sobre la diferencia entre formación académica basada en una lógica atómica a la de una distributiva. También sugeríamos la importancia del tema tanto para estudiantes e investigadores, como para instituciones del sector público y privado que financian proyectos de investigación aplicada. Sin embargo, hablar de colaboración va mucho más allá de eso y explorar este tema a propósito de una reunión de investigadores, nos permitió identificar las debilidades de nuestro propio discurso hacia esta forma organizacional de trabajar proyectos de investigación. El debate entre los asistentes se dio entre los optimistas por el trabajo en grupo y los que se mantienen escépticos. En esta entrada de meta:reflex voy a referir algunas de las ideas de esa discusión que pueden ser de su interés.

La configuración de redes de investigación consolidadas en equipos, grupos o comunidades emergentes que respondan a una necesidad de investigación compartida puede ser un espacio propicio para la investigación en colaboración. Pero este no es el único elemento necesario. Para alcanzar una colaboración no solamente se requiere una meta de conocimiento común, sino también disposición a compartir recursos materiales o inmateriales, canales de comunicación directos, una articulación organizacional flexible y una claridad en lo que se pretende contribuir y generar. Si bien la colaboración se reconoce deseable y estratégica, un primer punto entre los investigadores reunidos, fue aceptar que lo que entendemos por el término colaboración es diverso y a veces, equivoco. Esto es en gran parte por que existe poca discusión y análisis sobre estructuras colaborativas, sus implicaciones técnicas y metodológicas. Mientras unos definen colaboración como formato, otros lo equiparan a una filosofía didáctica (Cano, 2009). En un artículo que discutimos, Schneider (2007), sugiere que un error es equiparar la colaboración con otras formas de trabajo colectivo o en grupal. El famoso “working together” que se refiere comúnmente al trabajo en equipo (teamwork) fracasa puesto que son generalmente ambientes con una solidaridad asumida y no operativizada, opuestos a la lógica en que opera el conocimiento compartido (knowledge sharing).

La mayoría de los casos de investigación en grupo que analizamos presentaron constantes que vale la pena discutir. En grupos pequeños e informales, la falta de claridad en los objetivos, la sensación de que el nivel de trabajo no es compartido entre los miembros, la percepción de que se “pierde tiempo” y que la “ganancia” se dispersa, son factores de deterioro con respecto a proyectos que buscan ser colaborativos. En los casos de colaboración institucional se identificó que hay dificultades para establecer canales formales donde diferentes organizaciones o partes puedan poner en común acceso, saberes y conocimiento y que el freno lo constituyen lineamientos burocráticos cuando no hay un antecedente de cómo colaborar con otros. Para los defensores de la investigación colaborativa, esto sucede porque se confunde colaboración con cooperación sin términos claros de referencia. Como tal, colaboración es una estrategia hasta cierto punto pragmática que permite reunir un acervo de conocimiento, financiamiento y consolidación de beneficios estratégicos para el objetivo en común de diferentes investigadores. Pero no solo eso, puede ser también una forma en que comunidades de conocimiento se consoliden y crezcan. Schneider (2007) refiere el “Free" u "open source" software como un ejemplo del poder transformativo de la colaboración en redes de conocimiento que constituye una forma completamente distinta de operación. Otros ejemplos concretos son proyectos que se han consolidado incluso en centros de investigación colaborativa o redes de colaboración (Collaborative Research Networks, CRNs) de investigadores de diferentes disciplinas e instituciones y países.

Mientras los escépticos siguen argumentando que la colaboración es imposible y que mejor reducir la incertidumbre a través del control de procesos y productos de investigación de manera individual; sujetos e instituciones de conocimiento van explorando en la praxis estas estructuras. Hacer frente a los retos y ventajas de la investigación colaborativa implica imaginar una forma distinta de trabajar y quizás ser mas prácticos, específicos y exigentes de lo que estamos acostumbrados en el trabajo “en grupo”. Si la apuesta es por fortalecer este tipo de cultura de investigación en los diferentes campos de acción, nos falta mucho aun por recorrer.


Dra. Patricia Almaguer-Kalixto



Aquí unos recursos para compartir:

Cano Flores, M. (2009) La investigación Colaborativa en educación. Instituto Superior de Formación y Recursos en Red para el profesorado. En: http://centros5.pntic.mec.es/ies.ria.del.carmen/opinion/investigacion_colaborativa.htm

Lambert Tool Kit for Collaborative Research (UK) Kit de instrumentos institucionales para investigación. La version es dell 2008 pero da buena referencia de modelos de investigación en colaboración, consorcios de investigación etc. que el gobierno britanico propone para universidades y el sector privado http://www.innovation.gov.uk/lambertagreements/

Schneider, F. Collaboration in "Academy". Nollert, A and Rogoff, I. (Ed). Non-Aligned initiatives in education culture Summit. Revolver Verlag. En Inea en: http://summit.kein.org/node/190